El 23 de junio de 2016, un referéndum en el Reino Unido aprobó por un estrecho margen del 52% al 48% la salida del país de la Unión Europea. La narrativa inicial que se impuso sugería que este resultado era el grito de la clase trabajadora blanca y desindustrializada, que se había sentido olvidada por la élite política. Sin embargo, estudios posteriores han cuestionado esta interpretación, revelando una realidad mucho más compleja.
Más allá de las apariencias
Cuando los primeros resultados del referéndum se conocieron, los medios y analistas políticos se apresuraron a encontrar una explicación rápida: el Brexit era la voz de los marginados, de aquellos que habían sido ignorados por una clase política distante. La geografía del voto parecía confirmar esta hipótesis, con las zonas más desfavorecidas del norte de Inglaterra inclinándose masivamente por la salida de la UE.
Pero a medida que pasaba el tiempo y se analizaban más datos, esta narrativa simplista comenzó a resquebrajarse. Estudios posteriores, como el libro Rule Brittania, Brexit and the end of empire de Sally Tomlinson y Danny Dorling, demostraron que la realidad era mucho más compleja.
¿Quiénes realmente votaron por el Brexit?
Uno de los hallazgos clave fue que las personas más pobres del Reino Unido no habían ido a votar en el referéndum. De hecho, casi una cuarta parte del electorado no participó, siendo “proporcionalmente más jóvenes, inquilinos y miembros de minorías étnicas”. Esto puso en duda la idea de que el Brexit había sido el resultado de una rebelión de la clase trabajadora.
Además, los datos revelaron que la mayoría de los votos a favor del “Abandonar” provenían de la clase media, no de los sectores más desfavorecidos. De hecho, solo el 41% de los votantes del Brexit pertenecían a la clase trabajadora, mientras que el 59% eran de clase media.
Más allá de la pobreza: la visión del Imperio Británico
Entonces, ¿qué explica realmente el resultado del referéndum? Según los autores del libro, el factor clave es la visión que muchos británicos tienen sobre la historia de su país y su lugar en el mundo, “arraigada en una concepción distorsionada y peligrosa del Imperio Británico”.
A esto se suman otros elementos, como la xenofobia preexistente, el descontento económico y social, y una campaña a favor del Brexit bien financiada y dirigida. Pero la clave está en esa visión nostálgica y distorsionada del pasado imperial, que llevó a muchos a creer que el Reino Unido estaría mejor fuera de la Unión Europea.
Lecciones sobre la prisa por interpretar
El caso del Brexit nos enseña que no debemos apresurarnos a interpretar los resultados electorales. La necesidad de tener una respuesta rápida a menudo nos lleva a simplificar en exceso fenómenos complejos, perdiendo de vista variables clave.
Como señalan los autores, “el famoso ‘mensaje de las urnas’ no existe previa ni posteriormente. Es una construcción humana y parte del saldo de una lucha de discursos por imponerse”. Solo con el paso del tiempo y un análisis más profundo podemos llegar a una comprensión más matizada y precisa de lo que realmente sucedió.
El Brexit es un ejemplo de cómo las narrativas iniciales pueden ocultar una realidad mucho más compleja. Y es un llamado a la cautela y la paciencia a la hora de interpretar los resultados electorales, evitando caer en explicaciones simplistas que no hacen justicia a la complejidad de los procesos políticos.