Los últimos informes del INDEC han revelado una aparente paradoja: mientras los salarios reales de los trabajadores formales han caído, la pobreza ha disminuido significativamente. ¿Cómo se explica esta situación?
Medición de la Pobreza: Más Precisa que Nunca
La clave está en los ajustes metodológicos que han mejorado la precisión de la medición de la pobreza. Por un lado, se ha reducido el efecto distorsionador del desfase entre el ingreso declarado y la canasta básica, producto de la desaceleración inflacionaria. Además, se ha detectado una disminución en la subdeclaración de ingresos por parte de los encuestados, lo que antes infló artificialmente las cifras de pobreza.
Salarios Reales: Cayendo, pero Compensados
Por otro lado, el índice de salarios, que mide únicamente los ingresos de los trabajadores formales, muestra una caída del poder adquisitivo mayor a la sugerida por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Esto se debe a que el índice de salarios se calcula deflactando por el IPC general, mientras que la medición de pobreza utiliza la canasta básica, que ha aumentado a un ritmo menor.
Ingresos Complementarios: La Clave Oculta
Pero la clave para entender la reducción de la pobreza radica en los ingresos que no se captan en el índice de salarios, como la Asignación Universal por Hijo (AUH) o los ingresos de trabajadores por cuenta propia. Estos componentes habrían mejorado más que los salarios formales, compensando la caída de estos últimos.
¿Es Sostenible esta Mejora?
Si bien la pobreza ha disminuido, la pregunta clave es si esta tendencia será sostenible en el tiempo. La apreciación del tipo de cambio ha sido un factor clave detrás de la desaceleración inflacionaria y la reactivación económica, pero también genera una creciente demanda de dólares para importar, lo que en el pasado ha derivado en crisis que dispararon la pobreza. ¿Podrá evitarse este escenario esta vez?
